Tan profundamente enamorado como para centrar toda su vida en ella. Ha perdido el contacto con sus amigos, de su familia casi no tiene noticias, lo ha perdido todo.
La hizo el centro de su universo, basó su existencia en hacerla feliz. Se mudó a otro país, dejó su gran trabajo, que tanto esfuerzo le había costado conseguir, cambiándolo por uno mucho más mediocre y aprendió el idioma del lugar, totalmente desconocido para él hasta entonces. Adaptó toda su vida a ella.
Ahora se mira en el espejo del lavabo de la habitación del hotel a la cual tan precipitadamente ha tenido que mudarse.
Ella le ha dejado por otro, dejándole más solo de lo que ya estaba, sin un lugar a donde ir ni alguien a quien acudir.

Asustada, se siente como si alguien la hubiera perseguido durante muchos kilómetros y ahora estuviera en el borde de un precipicio y debiera elegir si lanzarse al vacío o dejar que la atraparan de nuevo.
Si se lanzara, conseguiría librarse de su perseguidor, pero correría el peligro de acabar en una situación aún peor de la actual. Si, por lo contrario, decidiera dejar que la capturaran volvería al estado de represión en el que se encontraba anteriormente, teniendo almenos la seguridad de saber que dentro de lo mal que pueda estar, no estaría tan mal como si se dejara caer.
Esta confusa, indecisa, la presión es demasiada y el tiempo de reacción muy poco. Decide saltar, no sabe como terminará, qué pasara con ella, que consecuencias tendrá la decisión que ha tomado, pero almenos siente la satisfacción de haber escapado de la prisión sin muros en la cual se ha encontrado durante tanto tiempo.